El coaching sistémico como vehículo para apoyar el proceso educativo.

El coaching sistémico como vehículo para apoyar el proceso educativo.

por / jueves, 03 noviembre 2016 / Publicado enArtículos Interés, Blog
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Comenzaremos por el principio, dar respuesta a qué significa educar de forma generalista, por mucho que cada uno tenga una visión específica y particular acerca de ello.

¿Qué es educar? La RAE nos dice lo siguiente sobre ello:

 

1. tr. Dirigirencaminardoctrinar.

2. tr. Desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales del niño o deljoven por medio de preceptosejerciciosejemplosetc.

Más allá de la definición, observemos los protagonistas que aparecen en ese proceso, como mínimo el educando y el educador.

 

Educar es una acción que necesita un sujeto, el educando. Y los educandos son los alumnos que, a su vez, son hijos. Por tanto la figura hijo-alumno es la misma. Los educadores son los padres principalmente junto a los profesores y docentes que les acompañarán en su aprendizaje desde la escuela.

Se entiende así que tanto padres como profesores, y por ampliación los centros educativos, están abocados mucho más que a entenderse, a trabajar juntos. Es la “TRIBU” con letras mayúsculas que a mi me gusta decir, son dos sistemas, que se unen y entrelazan desde el momento en el que el pequeño con 3 años pone el primer pie en el colegio.

Esta es la razón fundamental por la que mi trabajo se vertebra desde el coaching sistémico, porque si el coaching ya ofrece herramientas de gran valor a este entorno, es, desde mi opinión, el coaching sistémico de familia y educativo el que verdaderamente abarca la visión necesaria para promover una transformación en el acto educativo.

¿Dónde quedaría esto si solo trabajásemos con uno de los sistemas y olvidásemos al otro? ¿Cómo trabajar ambos sistemas sin entrar en la forma que influyen uno sobre otro?

El coaching sistémico como vehículo para apoyar el proceso educativo.

La educación abarca tanto la aportación de valores, ética y formas de actuar, como la adquisición de conocimientos y estrategias. Es una labor conjunta entre la familia y la escuela. Algo que ya pocos ponen en duda, de ahí que ambos conceptos hayan de ir unidos si hablamos de coaching y desarrollo de habilidades educativas. No se puede entender un coaching educativo sin incluir a la familia; ni se puede entender un coaching familiar sin sumar el contexto escolar.

Por lo tanto, el coaching familiar y educativo tiene por objetivo aunar, esto quiere decir que es sistémico o no es. Solo la visión de conjunto permitirá desarrollar al completo el potencial del educando, la piedra angular sobre la que se sustenta la educación en familia y de los profesores.

Desde que en 2009 arrancase mi trabajo como coach familiar y educativo en España, me di cuenta de la necesidad de aportar estrategias y recursos a ambos entornos educativos, aunar y acompañar tanto a las familias como a los profesionales de la escuela.

Ambas áreas no solo van unidas, sino que una influye en la otra de forma directa: el entorno e historia familiar influye en el proceso de educación y aprendizaje de los alumnos, las enseñanzas y la visión del maestro van a incidir directamente en la vida de los chicos dentro y fuera del colegio, las propias identidades de los adultos (padres y profesores) van a tener una enorme repercusión en su desarrollo como alumno y como persona. Por tanto, se convierte en absoluta necesidad tener esa visión global e inclusiva que es, al fin y al cabo, la visión sistémica.

Te mostraré esto con un ejemplo. El coach puede trabajar con un determinado profesor, acompañarle para adquirir estrategias y herramientas para tener unas mejores competencias en el aula y con sus alumnos. Este profesor, además, podrá adquirir en ese proceso una capacidad de ser observador y hacer preguntas potentes a sus alumnos para apoyar a estos en extraer su máximo potencial. Bien, hasta ahí.

Ahora bien, esta es solo una parte del trabajo en coaching educativo sistémico. Tanto uno como el otro, alumno y profesor, están inmersos en dos sistemas (el familiar y el del centro escolar para empezar). Cada uno de ellos con sus dinámicas internas particulares, impregnando así la relación profesor y alumno.

Los alumnos tienen su propia historia que va a influir dentro del aula a la hora de poner su aprendizaje en marcha: unos padres enfermos, un cambio de ciudad o de país, dificultades de relación, … Circunstancias que incidirán directamente en su capacidad para aprender. Al mismo tiempo, la realidad familiar y su historia personal también están presentes en el aula. Así como la relación del docente con el resto del equipo de profesores y directivos del centro. A ello añadiremos la propia historia personal del docente, su mapa de la vida y la educación, sus potencialidades y limitaciones.

En resumen, para que un coach (o cualquier otro profesional en estas áreas) pueda entender y acompañar este entramado de conexiones necesita desarrolla una visión global, en el tiempo y el espacio, una perspectiva de cada sistema y de la interrelación entre ellos.

Esta es la razón por la que, en mi opinión, el coaching educativo es sistémico o no es.

 

Susana García Gutiérrez

Directora y Fundadora de Centro Fames

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